La difícil tarea de ser adolescente
La cuarentena que estamos viviendo producto del Covid-19 nos ha visto enfrentados con una situación de la cual no tenemos precedentes, para la cual hemos tenido que utilizar todos nuestros recursos subjetivos para adaptarnos a esta crisis; llena de cambios, incertidumbres y temores. ¿Cómo lo viven nuestros adolescentes? ¿Es diferente a cómo lo vivimos los adultos? ¿Qué debemos o podemos hacer como adultos ahora que se la pasan todo el día en casa? ¿Nos necesitan? ¿Cómo nos necesitan?
![]() |
"El Baile", de Raquel Sarangello |
Los comienzos: creciendo de la mano de nuestros padres
Desde que llegamos al mundo nos sostenemos y creamos a partir de ese otro que nos cuida, nos protege, nos ofrece significaciones e incluso, nos otorga una historia. Llegamos y rápidamente nos aferramos a nuestras madres y/o padres, quienes ponen sus vivencias, sus pensamientos y emociones al servicio de cuidarnos, de ayudarnos a sentirnos seguros y poder vivir y crecer en este nuevo mundo. Esto nos permitirá de a poco ir explorando e ir conociendo el mundo externo de la mano de ir conociéndonos a nosotros mismos y nuestro mundo interno.Vamos creciendo y seguimos sostenidos desde esa mirada materna, desde esa mano paterna, pero vamos logrando cada vez mayor autonomía; ya pasamos tiempo jugando solos, podemos manifestar lo que nos gusta y lo que no, disfrutamos del hacer cosas por nosotros mismos, aprendemos. Y así, inevitablemente, para construir quienes somos nos vamos separando lentamente de nuestros padres. Pero no sólo de nuestros padres, sino de esa primera imagen que nos ofrecieron para nosotros, construida desde su propia personalidad, que nos brindaba un soporte sobre quiénes éramos.
Estas acciones y significaciones nos sirvieron para ir subjetivándonos, sin embargo, llegada una cierta edad ya no se vuelven tan necesarias, incluso suele ser contraproducente que se mantengan. Porque si bien esa imagen que nos ofrecieron nos permitió en un inicio arribar y sujetarnos en este mundo, es una imagen que está atravesada – en poca o gran medida, dependiendo del caso- de la propia subjetividad de nuestros padres. Y eso está bien, sólo que llega un minuto en que debemos hacerlo por nosotros mismos. Y así vamos acercándonos a la pubertad y próxima adolescencia.
Diferenciarnos para poder construir una identidad propia
Llega ese momento en el que para seguir desarrollándonos debemos diferenciarnos: debemos poner cierta distancia que proteja lo que hemos ido construyendo y que creemos define hasta el momento quienes somos, pero también teniendo espacios nuevos para construir algo nuevo y propio. En general, ligado al mundo social, principalmente a través de nuestros pares, tribus e ídolos. Cuando llegamos a la adolescencia este proceso se intensifica.
El adolescente ha logrado, de la mano con sus cuidadores, ir sintiéndose él mismo durante este tiempo. Ha podido construir significaciones que sostienen quién es, ha podido sostenerse en una historia familiar contada y vivida, y ahora tiene una nueva tarea: resignificar eso que ya conoce.
Llegada la adolescencia se tiene la capacidad de resignificar lo vivido y sentido, de repensar, de mirar a sus cuidadores y cuestionar-se.
En mi práctica clínica he podido observar que este es el momento en el que muchos padres se desorientan, sufren y enrabian. Y es que es sumamente difícil sostener un proceso que implica desasirnos, sostener un proceso en el que nos ponen en jaque, nos muestran nuestras fallas, nuestras heridas, nuestros intentos fallidos.
Y ahí es cuando se hace tan importante tratar de entender que este volverse adolescente no es fácil: es una remoción de mucho de lo que los sostenía hasta ese momento, y que de repente comienza a caerse aunque no lo quieran. Aparecen sentimientos de vacío y comienzan a parecer sufrimientos al ver y significar sus vivencias de un modo personal. Ahí entra el cuestionamiento de quienes los han guiado y también de la sociedad en la que viven.
Infructuoso es tratar de darles respuestas, cuando lo que tienen son preguntas y más preguntas. Preguntas que necesitan ellos mismos encontrar sus respuestas. Como adultos, lo fundamental es estar ahí, permitirles ese ejercicio de cuestionar y cuestionarse. Esto los puede sostener si el proceso se les está haciendo muy difícil.
![]() |
Adolescentes, óleo de BettinaSchoppoff |
¿Cómo ayudarlos ahora que estamos en cuarentena?
¿Por qué hablar de esto ahora? Pues, pienso en toda la información que ronda acerca del Covid-19, sobre dejar de asistir a clases, todos los movimientos familiares, y sus implicancias en los niños y niñas. Pero no he visto ni leído sobre cómo esto pudiese afectar a los adolescentes, ni cómo está afectando a los padres con adolescentes. Como si hubieran llegado a una edad que es tan difícil de ver y comprender, como si ya no necesitaran que les explicáramos ciertas cosas ni espacios para ver cómo andan con todo esto. Como si al ser más grandes ya no nos necesitaran.
Y eso también se podría dejar entrever con lo que vengo contándoles; que están un proceso de diferenciación y por tanto no nos necesitan tan presentes como cuando eran más pequeños. Pero no: nos necesitan ahí. Están en un tiempo subjetivo sumamente primordial y frágil, donde las bases se remueven, las paredes se caen cual templo antiguo y, aun así, entre escombros, deben comenzar a reconstruir, revisar los pilares y construir nuevas paredes. Y construir no sólo para sostenerse en el ahora, sino que, a su vez, se les exige que armen un proyecto de vida. Y eso puede ser un trabajo muy duro, muy doloroso, y aunque no es lo ideal, muchas veces, vivenciado en mucha soledad.
Por todo ello, nos necesitan ahí. Nos necesitan firmes, tan firmes que permitamos que nos cuestionen, permitirles que nos pregunten, aunque no les satisfagan nuestras respuestas, que nos alejen aun cuando nos necesiten cerca. Que a ratos quieran mimos y a otros sólo deseen su privacidad. Nos necesitan presentes, para permitirles que como cuando era pequeños y jugaban solos frente a nosotros, ahora puedan crear solos junto a nosotros; crear proyectos, crear pensamientos, crear-se.
Tal cual como si estuviesen jugando con legos en nuestra presencia sin involucrarnos, pero necesitándonos en silencio, hoy los adolescentes nos necesitan ahí. Y hoy más aún, puesto que las otras redes que los sostienen en este acercamiento al mundo social, principalmente sus pares, están más lejos. Esto puede implicar que pasen mayor tiempo en las redes sociales buscando esa conexión.
![]() |
Adolescencia, Carolina Torres |
¿Qué otras cosas son esperables en este tiempo? Que estén irritables por no saber cómo sostenerse en este escenario. Que actúen omnipotentemente con dificultad para entender la gravedad de la situación actual. Que nos alejen y se aíslen. Que aumenten sus demandas y exigencias de otro orden para tratar de llenar sus demandas emocionales. También es posible que actúen como si nada sucediera, sin poder identificar lo que les pasa, pero con dolores corporales diversos. Esto último es especialmente importante en los adolescentes, puesto que muchas veces observamos cómo aquello que no pueden decir con palabras, se manifiesta en el cuerpo: dolores de cabeza, cortes, piercings, tatuajes y cambios de imagen, entre otros.
La invitación como padres y madres es a estar atentos. A mirar más de cerca, a no olvidar que están en una tarea sumamente compleja y que por lo mismo se pueden demorar muchísimo en superar – o no- y su ayuda puede ser fundamental para eso. Mirar con respeto, escuchar cómo ellos, sus cuerpos y opiniones van cambiando, tolerar sus cuestionamientos y ayudarlos a pensar con respeto, comprendiendo que ellos tienen que encontrar el camino, el cual probablemente puede ser diferente al elegido por nosotros.
Todo esto con límites súper claros que los ayuden a sostenerse y discernir en estos tiempos caóticos; límites respecto a lo que se espera de ellos, respecto de sus responsabilidades, respecto de cómo se establecen las relaciones al interior del hogar. Límites en cuanto a no permitir un aislamiento mayor, límites en cuanto a facilitar los espacios comunes y de interacción. Los límites que como familia tengan, pero claros y firmes. Podemos escuchar sus cuestionamientos, podemos flexibilizar algunas cosas y llegar a acuerdos, pero hay límites que funcionan a modo de base, y esos límites deben permanecer frente a todo lo que se les cae.
Joan Black D.
Psicóloga Clínica
Especialista en psicoterapia
Comentarios
Publicar un comentario